
Mientras los titulares del mundo se llenan de noticias sobre conflictos armados y tensiones geopolíticas, un sector bursátil en particular vive un auge sin precedentes: el de la industria de defensa. Empresas como Rheinmetall, en Alemania, y Saab, en Suecia, han visto cómo sus acciones escalan con fuerza en los últimos meses, impulsadas por el aumento global del gasto militar.
El fenómeno, aunque previsible tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia y el posterior rearme de Europa, plantea un debate que va más allá de lo financiero: ¿es éticamente aceptable invertir en empresas que fabrican armas?
Un crecimiento que sigue rompiendo récords
Rheinmetall, el gigante alemán especializado en sistemas de defensa y municiones, es hoy un caso de estudio. En lo que va de 2025, su cotización bursátil ha subido más de un 40%, y desde 2022 ha multiplicado su valor por cinco. En el primer trimestre de este año, la empresa reportó ingresos por 2.310 millones de euros, un aumento del 46% interanual, con un beneficio operativo que creció un 49%, según cifras difundidas por MarketWatch.
La tendencia está íntimamente relacionada con los compromisos de gasto asumidos por gobiernos como el de Alemania, que ha anunciado inversiones millonarias para modernizar su ejército y abastecer a Ucrania. Rheinmetall, además, firmó recientemente un acuerdo para construir una nueva planta de municiones en Lituania, consolidando su expansión en Europa del Este.
Otro caso paradigmático es el de Saab, fabricante del caza Gripen y diversos sistemas de defensa. Tras años de estancamiento bursátil, la empresa sueca ha duplicado el valor de sus acciones desde principios de 2024. El contexto de su resurgimiento está marcado por la reciente adhesión de Suecia a la OTAN, lo que ha generado una mayor demanda de equipamiento militar y abierto nuevas oportunidades de negocios para la firma.
Saab registró ingresos por 63.750 millones de coronas suecas (unos 5.600 millones de dólares) en 2024, un incremento del 23,5% respecto al año anterior. La empresa ya planea establecer nuevas instalaciones productivas para responder al aumento de pedidos.
Ética, defensa y percepción pública
No es casual que el crecimiento de estas acciones despierte preguntas incómodas. Para muchos inversores, participar en el auge de la industria bélica genera un dilema moral. ¿Es ético beneficiarse económicamente de un sector vinculado al conflicto y la destrucción?
Sin embargo, hay quienes plantean otra mirada. Desde esta óptica, invertir en defensa no es apoyar la guerra, sino contribuir al fortalecimiento de la seguridad nacional y colectiva. “Invertir en defensa es, en muchos casos, invertir en la paz”, afirman desde círculos que promueven la disuasión como herramienta geopolítica. Según esta postura, una defensa sólida puede evitar conflictos al aumentar el costo de una agresión.
Además, no debe olvidarse que muchas de estas compañías desarrollan también tecnologías de uso dual —militar y civil—, desde radares hasta vehículos autónomos, que pueden tener aplicaciones positivas en el ámbito civil.
La realidad del mercado
Más allá de la dimensión ética, lo cierto es que el mercado está reaccionando con claridad. Las acciones de defensa europeas, antes ignoradas por muchos fondos, hoy son protagonistas en carteras institucionales. A medida que los presupuestos militares crecen en países como Alemania, Polonia o los países bálticos, los inversores buscan posicionarse en un sector que promete solidez, contratos a largo plazo y una demanda sostenida.
El índice bursátil alemán DAX alcanzó este año un récord histórico, empujado en gran parte por el excelente desempeño de empresas como Rheinmetall. En paralelo, analistas de mercado advierten que el sector aún tiene recorrido, especialmente si continúan las tensiones globales.
Invertir con conciencia
Al final del día, la decisión es individual. Algunos inversores optarán por mantenerse al margen por principios. Otros, con una visión más pragmática, verán una oportunidad en un contexto complejo. Como en tantos otros aspectos del mundo financiero, el dilema no tiene una única respuesta correcta.
Lo que sí está claro es que la industria de defensa ha dejado de ser un nicho opaco para convertirse en uno de los sectores más dinámicos del mercado. En tiempos de incertidumbre global, la defensa —y por ende sus acciones— se perciben cada vez más como una inversión estratégica.