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Autoridades aprueban legislación para simplificar la contabilidad en las pymes

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La CNMC apoya la reforma contable, ¿Qué significa esto para las pymes?

Vaya, parece que el Gobierno va avanzando poco a poco con su propósito de aliviar a las pymes de algunas de sus obligaciones contables. Si os acordáis, allá por octubre, el gabinete de ministros aprobó inicialmente un anteproyecto de Ley para modificar los criterios que definen el tamaño de las empresas. ¿El objetivo? Adaptar los umbrales de balances y facturación al aumento de la inflación, que no ha hecho más que subir en 2021 y 2022. Esto, obviamente, permitiría a muchas empresas «respirar» un poco, aligerando sus cargas administrativas y las exigencias de información corporativa.

La reforma contable consigue luz verde

Pues bien, hace nada, casi diez meses después de este primer paso, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha dado el visto bueno a nuestra mencionada reforma contable. Según la CNMC, no hay riesgo alguno para la competencia. Más bien, parece que esta reforma, que en realidad surge de la necesidad de transponer una Directiva comunitaria prevista para 2023, hará que más empresas puedan beneficiarse de una reducción en las exigencias de información corporativa. Eso significa que podrán presentar estados de cambios en el patrimonio neto abreviados, se librarán de la auditoría, o incluso serán consideradas pymes a efectos de la Ley de Auditoría de Cuentas.

En su informe, la CNMC sí propone al Gobierno que justifique mejor los umbrales elegidos y valore un sistema de actualización automática de estos umbrales en línea con otros marcos europeos. No está de más recordar que el anteproyecto de ley contempla una subida considerable tanto del umbral de activos como del volumen de negocio para determinar si una empresa es grande o una pyme a efectos contables. Así, por ejemplo, el máximo volumen de activos pasaría de 4 a 7,5 millones de euros, lo que permitiría a ciertas empresas optar por la formulación abreviada del balance. En cuanto a la facturación, el tope pasaría de 8 a 15 millones.

¿Y qué pasa con la obligación de auditar cuentas?

En cuanto a la obligación de auditar cuentas, lo cierto es que también cambiará. El umbral de las empresas que estarán exentas de esta obligación aumentará, pasando de los 2,85 millones de euros a los 3,56 millones en lo que respecta a los activos y de 5,7 a 7,12 millones en lo que se refiere a la cifra anual de negocios.

Para poner en contexto, es como si los agricultores, después de luchar contra el infierno rural de incendios masivos, recibieran una buena lluvia que aliviara su carga. Esta reforma puede parecer un mero trámite burocrático, pero apunta a liberar a las empresas de tanta presión y permitirles centrarse en su crecimiento y supervivencia, sobre todo en estos tiempos tan complicados. Pero, en cualquier caso, siempre está bien que las autoridades justifiquen claramente sus decisiones y que se tenga en cuenta el panorama europeo.

¿A dónde van las grandes empresas? La nueva normativa contable lo deja claro

Vamos a ponernos serios, porque lo que viene a continuación es importante. El futuro de las empresas está cambiando, y no es un cambio suave, ni mucho menos. Según las nuevas normas contables, en adelante se considerarán «empresas pequeñas» aquellas que tengan activos de hasta 7 millones de euros y un volumen de facturación máximo de 15 millones. Por otro lado, las «empresas medianas» serán aquellas con activos de 25 millones – sí, has leído bien, 25, no los 20 de antes – y una cifra de negocio anual de hasta 50 millones, en contraste con los 40 anteriores.

Lo cierto es que, gracias a esta nueva normativa, muchas empresas que hasta ahora se consideraban grandes pasarán a ser consideradas medianas. Y no solo eso, también podrán elaborar modelos abreviados de contabilidad e incluso acogerse al plan general de contabilidad de pymes. En palabras de Carlos Cuerpo, Ministro de Economía, esto significa que «podrán verse beneficiadas por un régimen de cumplimiento más flexible y también más abreviado».

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¿Y qué pasa con los empleados?

Seguro que te estás preguntando qué ocurre con los trabajadores, ¿verdad? En cualquier caso, esta ley no cambia los umbrales en cuanto a plantillas. Lo que significa que hasta 50 empleados siguen siendo pymes, mientras que las empresas medianas fluctúan entre esa cifra y los 250 trabajadores. Así que, como quien dice, persiste la llamada maldición del empleado 50.

Las patronales empresariales de las pymes, como Cepyme o Pimec, han acogido bien la reforma contable. Según fuentes cercanas, ven en ella una forma de dar algo de oxígeno a los pequeños negocios sobrecargados de lastres y exigencias administrativas y regulatorias.

¿Un arma de doble filo?

Pero, como ocurre siempre, nunca llueve al gusto de todos. Hay quien considera que, aunque se alivie la carga burocrática, también puede disminuir la transparencia en la rendición de cuentas, empeorar la calidad de la información que recibirán los accionistas de esas empresas e incluso abrir la puerta al fraude. Y lo dice alguien que sabe de lo que habla: Emilio Álvarez, presidente del Registro de Economistas Auditores del Consejo General de Economistas.

Lo mismo piensan los auditores de cuentas, que a través del Instituto de Censores Jurados de Cuentas de España (ICJCE), alertan de que la reforma contable podría comprometer la lucha contra la economía sumergida, la protección de los accionistas minoritarios y la transparencia del sistema económico.

¿Y ahora qué?

A pesar de las advertencias, la autoridad de Competencia respalda la reforma contable, aunque sugiere tomar medidas para evitar, o al menos minimizar, posibles efectos negativos.

Entre líneas, es como si estuvieran diciendo que sí, que las empresas pueden ofrecer una menor fiabilidad de solvencia financiera, pero que no ven restricciones a la competencia realmente alarmantes.

Como siempre, habrá que esperar y ver cómo se desarrolla todo esto. Porque, como bien sabes, en cuestiones de economía y empresas, nada es blanco o negro. Y estas reformas, como todas, pueden tener consecuencias tanto positivas como negativas. Aunque, al final del día, lo importante es que las empresas sigan adelante, creciendo y generando empleo. Como en aquel caso de la prestigiosa cadena londinense Soho House que se puso a la venta por un inmenso valor de 2.700 millones de dólares. Al final, se trata de buscar el equilibrio, ¿no crees?

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