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Europa refuerza las defensas de su industria del aluminio ante el asalto arancelario

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¿Quién lo iba a decir? La chatarra se ha convertido en el último objeto de deseo de EEUU. Al parecer, se están guardando un as bajo la manga y le han echado el ojo a la chatarra, que tiene menores tasas que el producto final de aluminio. Esto, en realidad, está causando un serio problema: las plantas comunitarias podrían quedarse sin suministros.

Los parches de Bruselas

Lo cierto es que Bruselas está haciendo lo que puede para tapar los agujeros que ha dejado el acuerdo comercial con Estados Unidos. Pero quizás el mayor de ellos es el del aluminio, que está sujeto a un gravamen del 50%. Allí está la Comisión Europea, intentando poner algo de orden en el sector mientras negocian con Donald Trump algún tipo de exención a esas tasas.

Fuentes cercanas a la industria reconocen que están a la espera de medidas por parte del Ejecutivo comunitario, que podrían llegar ya la semana que viene. Esto coincide con lo que se comenta en la propia institución que dirige Ursula von der Leyen, según informa Financial Times.

Un golpe duro para la industria europea

La situación, para qué vamos a engañarnos, es crítica. La industria europea del aluminio se ha llevado un golpe de los buenos. No solo soportan mayores aranceles que cualquier otra exportación a Estados Unidos, sino que encima están sufriendo los efectos secundarios de las medidas proteccionistas.

Por un lado, los productores estadounidenses no pueden importar el producto final del aluminio de Europa porque se han disparado los precios debido a los aranceles. Este hecho ha provocado un aumento significativo de la demanada de chatarra de aluminio. Y eso, a su vez, está dejando sin suministros a las plantas de reciclaje comunitarias. La chatarra de aluminio, sujeta al arancel generalizado del 15% previsto en el acuerdo comercial, ha adquirido una posición de ventaja y los estadounidenses parecen dispuestos a pagar un pico por ella.

Una problemática global

Lo que está sucediendo con la chatarra de aluminio está complicando un panorama ya de por sí difícil para las empresas europeas. Existen exportaciones importantes de este material a países como India, Malasia, Indonesia y China. Pero estos mismos países han impuesto medidas proteccionistas para evitar que su producción local acabe en otros mercados.

Entre las medidas que se están barajando, la Comisión Europea podría proponer una cuota que limite la cantidad de chatarra de aluminio que puede exportarse desde el continente. El objetivo no es otro que preservar la actividad de las plantas de reciclaje de la región. Esta acción se justificaría por los datos recogidos por el sistema de vigilancia aduanera de las exportaciones de materiales ligados al aluminio, al acero y al cobre, que se puso en marcha en julio.

Para que os hagáis una idea, el sector del aluminio está vinculado a más de 600 plantas, desde la minería hasta el reciclaje, y da empleo -directo e indirecto- a más de un millón de profesionales.

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«Solo tenemos semanas para solucionar esto. La UE debe asumir su responsabilidad para corregir estas condiciones de mercado distorsionadas», advierten desde el lobby del sector, Aluminium Europe.

El futuro del aluminio

En este punto, no está claro cómo se resolverá esta situación. Pero si hay algo claro es que los problemas como este son un reflejo de las complejidades del comercio global y de cómo las decisiones de unos pueden afectar a muchos.

Al final, es como si se tratara de una partida de ajedrez a nivel mundial. Y por ahora, queda por ver quién moverá la próxima pieza. En cualquier caso, lo que está claro es que esta crisis del aluminio es un nuevo desafío para las relaciones comerciales entre Europa y Estados Unidos. Aunque dudo que sea el último.

Y mientras tanto, aquí en Europa, toca lidiar con la situación y encontrar una solución. Porque, como hemos visto en otras ocasiones (en el conflicto entre Macron, Merz y Trump o con el ascenso de las ‘Stablecoins’), las consecuencias pueden ser mucho mayores de lo que parece a simple vista.

El dilema de los recicladores europeos

El mundillo de los recicladores europeos está en un brete. Por un lado, entienden a los productores de aluminio y acero, que luchan contra la competencia desleal. Pero por el otro, ven cómo su propio pulso podría tambalearse. Desde EuRIC, la patronal europea de empresas de reciclaje, lanzan el aviso: que el apoyo a los «primeros» no se haga a costa de los «segundos». Y es que, según ellos, tomar decisiones comerciales de manera precipitada podría tener un efecto rebote, más aún en estos tiempos de tensiones geopolíticas.

El peso de las tasas comerciales

La chatarra de aluminio es urgente. Necesita medidas que garanticen la sostenibilidad de las plantas de reciclaje. Pero vamos, que aliviaría solo uno de los problemas del sector. El verdadero alivio vendría con un acuerdo con Trump que permitiera que las exportaciones del material se acogieran al arancel del 15% en lugar del exorbitante 50% actual. Aunque claro, un recorte directo de las tasas parece estar fuera de la mesa.

La idea es que Washington acepte que cierto volumen de exportaciones de aluminio tenga gravámenes inferiores a través de una cuota. Pero ese escenario solo se daría si se colabora para frenar la sobreproducción global de metales, en especial en China. Algo que ya se contempló en el acuerdo comercial.

Entre la espada y la pared

Pero lo cierto es que, fuentes comunitarias advierten de los riesgos de poner límites a la exportación de chatarra de aluminio a Estados Unidos. No quieren que se vuelva a tensar la cuerda con la Casa Blanca, menos aún en un momento tan delicado como el actual. El martes, Trump demostró que la paz alcanzada a través del acuerdo comercial es tan frágil como un hilo de seda. Atacó las leyes digitales comunitarias y amenazó con más aranceles si no se retiran. Por el momento, la Comisión Europea se ha plantado y se niega a ceder.

Cierre editorial:

Es como si estuviéramos en un tablero de ajedrez geopolítico, donde cada movimiento puede desencadenar una serie de consecuencias. En cualquier caso, parece que el juego aún no ha terminado. El sector de reciclaje sigue en pie y la tensión comercial continúa. Un equilibrio precario en un tablero muy complicada. Pero recordemos que, en ocasiones, el jaque mate llega cuando menos lo esperamos. Como bien sabemos por el reciente caso Macron y Merz instando a Trump a sancionar a Putin si se niega a negociar con Zelenski. Como en el ajedrez, hay que mover las piezas con sabiduría. Y esperar el momento oportuno para dar el golpe final.

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