El presidente de la Fed deja las cuestiones espinosas a su sucesor
Si hay algo que se puede decir del presidente de la Fed, es que sabe cómo esquivar los problemas. En vez de abordar las cuestiones críticas que enfrenta el banco central más poderoso del mundo, Jerome Powell ha decidido pasarle la patata caliente a su sucesor.
Un discurso que optó por el camino seguro
El simposio económico anual en Jackson Hole siempre ha sido el escenario perfecto para el líder del banco central más formidable del mundo para compartir valiosas perspectivas estratégicas, no sólo en torno a la política monetaria, sino también en relación a temas económicos e institucionales más amplios. No obstante, parece que Powell decidió tomar otro rumbo el pasado viernes.
En lugar de afrontar los grandes temas, optó por una táctica de aversión al riesgo. Centró principalmente su discurso en las perspectivas inmediatas para la política monetaria y calificó las revisiones del Marco de Política Monetaria del banco central como una mera evolución, más que una ruptura estructural con respecto a la versión de 2020.
Un entorno de presión institucional
La verdad es que Powell llegó a Jackson Hole bajo una tremenda presión institucional. Durante cuatro años, la inflación ha estado constantemente por encima del objetivo de la Fed. Además, datos recientes apuntan a que podría incrementarse un poquito más y que el mercado laboral también está flaqueando.
Además, Powell preside un Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), encargado de fijar las políticas, que muestra signos de división, algo que no veíamos desde hacía más de 30 años con la discrepancia de dos gobernadores de la junta. Y, por si fuera poco, todo ocurre mientras el banco central estadounidense se enfrenta a crecientes presiones políticas, como las acusaciones sin fundamento de la Administración Trump la semana pasada contra un miembro en activo de la junta.
Los mercados, satisfechos; las grandes cuestiones, ignoradas
No se puede negar que Powell supo darle a los mercados lo que querían oír. Comenzó su discurso señalando que «la perspectiva de referencia y el equilibrio cambiante de riesgos podrían justificar un ajuste de nuestra postura política». Continuó indicando que «los riesgos a la baja para el empleo están aumentando» y que podrían materializarse «rápidamente en forma de un aumento drástico de los despidos y un mayor desempleo». Los mercados respondieron con entusiasmo.
Sin embargo, lo que no hizo Powell fue dedicar suficiente tiempo a abordar la evolución estructural de la economía, incluido el mercado laboral, que fue el tema central del simposio de este año.
Un enfoque conservador que deja interrogantes
Este enfoque de aversión al riesgo no debería haber sido una sorpresa, dado que Powell ha basado gran parte de sus políticas en datos retrospectivos. Pero, ¿es esto lo que necesitamos en estos tiempos de cambio y de desafíos económicos sin precedentes?
En cualquier caso, el camino que ha tomado Powell nos plantea una pregunta importante: ¿está dejando importantes cuestiones en manos de su sucesor o, por el contrario, está evitando deliberadamente afrontarlas? Como dirían algunos, «el que venga detrás que arree».
No hay que olvidar que este clima de incertidumbre no es exclusivo de Estados Unidos. Como ya hemos comentado en otras ocasiones, mercados como Argentina están atravesando una situación similar. Y no nos sorprendería que, a medida que los líderes bancarios de todo el mundo sigan el ejemplo de Powell, veamos más casos de récords históricos en la bolsa. Es curioso, ¿verdad?
Bueno, amigos inversores, hoy hablamos de Jerome Powell y su último discurso en Jackson Hole. Según él, el enfoque principal se centró en los resultados de la revisión periódica del Marco de Política Monetaria, o como él lo puso, en «cómo perseguimos nuestro doble mandato»: conseguir precios estables y el máximo empleo. Parece que el remedio de antaño ha influido demasiado en la revisión de agosto de 2020. A decir verdad, los principios básicos de esa revisión pasaron a ser más bien irrelevantes poco después de su proclamación.
¿Perdió Powell la oportunidad de ser más claro?
Cuando Powell resumió el marco, se esquivó de un tema por el que ha sido criticado hasta el hartazgo: la necesidad de una comunicación más diáfana, especialmente en los resúmenes de las reuniones del FOMC y en las orientaciones en política monetaria. También insistió hasta la saciedad que a la Fed no le interesa ni un pimiento revisar la pertinencia de su objetivo de inflación del 2%. Esta postura está a años luz de los cambios estructurales que están sacudiendo la economía estadounidense, como la reestructuración de la cadena de suministro, los cambios en el mercado laboral y la reconfiguración del comercio internacional, que suena tan lejano como si estuviera ocurriendo en los mercados argentinos.
¿Una estrategia errada?
La visión de túnel de Powell fue una ocasión perdida. Primero, no se tomó un momento para reflexionar sobre sus ocho años como presidente de la Fed. Segundo, hizo oídos sordos a las implicaciones políticas de los cambios estructurales que están haciendo temblar la economía. Tercero, dio la impresión de que estaba hablando principalmente sobre la próxima reunión de política monetaria de septiembre, avivando las tendencias de comportamiento en los mercados que priorizan lo urgente sobre lo importante.
Eso sí, Powell evitó avivar el fuego del debate político que rodea a la Fed, yendo con pies de plomo y no tocando el tema de la independencia del banco central. También guardó silencio sobre las acusaciones contra su colega en la junta que llevaron al presidente Donald Trump a amenazar con despedir a la gobernadora de la Fed si no se largaba.
¿Un discurso táctico?
Lo cierto es que el discurso de Powell en Jackson Hole no fue un ejercicio para explicar la estrategia y las lecciones aprendidas, sino una maniobra táctica. Ante una institución en el ojo del huracán político y un panorama económico tan desafiante como el que se perfila en España con el éxodo de jubilaciones previsible, optó por lanzar a los mercados una señal a corto plazo. Dejó pasar la oportunidad de abordar las cuestiones estructurales más profundas que enfrenta la economía. Al posponer la visión estratégica y evadir cualquier mención de reformas en la Fed, dejó en manos de su sucesor la tarea de abordar los problemas clave que enfrenta el banco central más influyente del mundo.
Estaría bueno saber qué opinarían las cuatro gemas del Ibex que marcan récord sobre este asunto, ¿verdad? En cualquier caso, queda por ver si el próximo al mando tomará la batuta con más decisión.
El que os escribe, es presidente de Queens’ College, Cambridge, y también asesor de Allianz y Gramercy.
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